Un vecino de la calle Potes, en el distrito de Villaverde, pronuncia la frase sin mucha fe, como temiendo un poco por la suerte del periodista. Tras llamar a la puerta del local, convertido en vivienda, con el escaparate empapelado para que no se pueda ver el interior, se asoma a la puerta una mujer gitana de unos 50 años. «Dígame», dice, solícita. Al preguntarle por su situación, por cuánto llevan viviendo allí, si han solicitado una vivienda social, un joven treinteañero, que parece ser su hijo, sale a la puerta con cajas destempladas. «¿Qué quieres? Aquí no queremos periodistas. ¿Voy yo a molestarte a tu casa? Y nada de fotos ¿eh?, que como pille al que las hace...», amenaza con cara de pocos amigos.
La escena se produce en uno de los locales okupados del centro comercial de Potes, un edificio de ladrillo construido en los años 80 por el Instituto de Vivienda de Madrid (Ivima) y que en su día era el epicentro del barrio. De dos plantas y levantado con forma de U, tiene alrededor de 35 amplios locales comerciales, de los que se mantienen apenas ocho: un bar, una farmacia, una tienda china de alimentación, una peluquería... «Antes daba gusto venir aquí, hacías la compra y luego te tomabas algo», asegura un vecino.
Los niños correteaban por el interior del comercio, ahora usado como parking, y que cierra sus puertas a las nueve de la noche. Hace alrededor de dos años, ante el abandono de los comerciantes, muchos de los cuales se jubilaron, cuatro familias de etnia gitana okuparon sendos locales, en la fachada principal del edificio, que da a la calle, para que no les afectara el cierre de puertas y pudieran salir y entrar libremente.
Según los residentes y comerciantes, que prefieren no dar su nombre por temor a represalias, «los vecinos han dejado de venir a comprar porque tienen miedo». «Ha habido un constante abandono de los locales, entre ellos los que gestionaba el Ivima. Al ver que había comercios cerrados han llegado familias, han roto los tabiques, y se han enganchado a la luz y el agua», relatan los vecinos, que denuncian la falta de convivencia de los nuevos residentes.
«Cuando hay una pelea, gritos, te asomas y son ellos. No conviven. En verano se tiran hasta las tres o cuatro de la mañana con la música a todo trapo», se queja otro de los afectados. «Yo entiendo que si tienes necesidades económicas y necesitas un techo, se okupe, pero cuando son familias que parece ser que tienen otra vivienda asignada, que no trabajan, y no sabemos de dónde sacan sus beneficios y encima son problemáticos...».
Comerciantes y vecinos ya han denunciado la situación. La Consejería de Vivienda de la Comunidad de Madrid no tomó medidas, aunque responsables del área visitaron la zona. Todos coinciden en que deberían darse facilidades de alquiler para tratar de «resurgir» el centro comercial. «Todos los negocios se ven perjudicados. La imagen no es buena porque la zona tiene ya bastantes complicaciones».
Por todo ello y porque creen que la problemática puede ir en aumento, piden al Ivima, que es propietario de 11 locales, que los restaure y los saque a la venta o al alquiler. «Es que yo tengo clientas que han dejado de venir», razona otra comerciante sobre la incertidumbre que viven a la hora de mantener sus negocios. «Antes había una droguería, una pescadería, una papelería, ahora quedamos pocos ya».
Los vecinos todavía no han mostrado su preocupación al actual Gobierno de la Comunidad de Madrid, pero sí al Ayuntamiento de la capital. De hecho, el concejal del distrito, Guillermo Zapata, acudió a conocer la problemática de primera mano. Según explicó una portavoz municipal, a la Junta de Villaverde le gustaría «rehabilitar» la zona, que «no está atendida, en este caso por la Comunidad», pero admiten que no tienen competencias «porque pertenece al Ivima».
«Se han generado perjuicios para los vecinos y los propios comerciantes», señalan fuentes municipales, que añaden que han solicitado informes policiales sobre atestados levantados en la zona e informes sobre salubridad. Además, la intención del Consistorio es pedir una reunión con la Comunidad de Madrid.
Mientras, desde el Ivima explican que de los 11 locales que poseen -el resto, 24, se vendieron en su día- hay dos que están siendo okupados por estas familias y precisan que han iniciado «los expedientes para recuperarlos». «El resto los hemos puesto en la red de locales de emprendedores», se limitan en señalar.