IDA: Comienza el recorrido de la línea 76. El autobús viene con la rampa que no funciona, pero gracias al conductor esta persona puede subir y bajar del autobus. Después llega a la parada del segundo autobús, viene, y después de estar dentro, la rampa se avería y el conductor dice a todo el mundo que se bajen que el autobús está averiado. Viene el siguiente autobús el conductor baja la rampa y se queda encasquillada. Gracias a viajeros y viandantes pudo esta persona acceder al autobús en la silla de ruedas. Se bajo en la puerta de Alcalá a las 12.15 horas.
VUELTA: Espero la línea 19 , viene el primer autobús, ni se abre la rampa porque otra vez está averiada. Llega el segundo autobús, saca la rampa y se queda por la mita. En la parada de Legazpi, el conductor tuvo que ayudar a bajar a esta persona ya que la rampa seguía sin funcionar. Esperaba la línea 76, al entrar funcionó perfectamente la rampa, pero se quedó enganchada y otra vez se tuvieron que bajar todos los pasajeros para que el autobús fuera reparado.
Mientras esperaban en la cabecera de la parada del 76, pasó un autobús y dejó a los viajeros y se fue a reforzar otra línea. Llegó por fin a la parada del 76 obre las 14.10 horas aprox. Por fín un autobús que bajó la rampa y esta persona pudo subir y bajar en su destino sin problemas a las 14.35 horas. Como se observa un tiempo muy superior al que estima la EMT.
Desde aquí me gustaría reivindicar que los transportes públicos son eso, PÚBLICOS. Por lo tanto, todas las personas, independientemente de su condición, ya sea discapacitado, ya se anciano, ya sea niño deben tener las mismas oportunidades para disfrutar de este servicio, sin sufrir retrasos o problemas por el mal estado de algunos de los elementos importantes del autobús. Si se revisan las ruedas, el líquido de freno o el volante, ¿por qué no se hace lo mismo con las rampas que ayudan a los discapacidos a subir y bajar de los autobuses?.
Fuente: Villaverde Hoy
